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Vejer de la Frontera, fue escogido por buscar dar una solución satisfactoria a uno de los mayores problemas que enfrentan nuestros núcleos urbanos tradicionales: cómo crecer sin perder la esencia de su carácter, en este caso, para dar una solución arquitectónica y paisajística a la totalidad del borde occidental del conjunto urbano. Se valoró que, a diferencia del resto de casos seleccionados, no se trata de reparar o mejorar el tejido existente, sino de desarrollar una nueva extensión del mismo dotada de las cualidades arquitectónicas que han convertido a Vejer en un polo de atracción del turismo internacional. Ese éxito turístico fue también tenido en cuenta por el jurado, al ser precisamente la mala gestión de la presión turística una de las principales amenazas a las que comúnmente se enfrenta la conservación de nuestro patrimonio paisajístico y urbano.
El núcleo urbano gaditano de Vejer de la Frontera se sitúa sobre un promontorio desde el que se domina la costa Atlántica y llega a divisarse el continente africano al otro lado del Estrecho.
Desde un principio el municipio fue adaptándose a la topografía en pendiente, conformando manzanas cerradas, de poca profundidad y forma irregular, plegándose a las curvas de nivel y tratando de ajustar a ellas sus calles principales.
El núcleo urbano primitivo se asienta sobre la colina más septentrional, amurallado y coronado por el castillo. Junto con la zona adyacente a éste y los arrabales del casco, conforman el Conjunto Histórico Artístico de Vejer de la Frontera, declarado en 1976.
El recinto amurallado es un polígono irregular, que va adaptándose a la orografía del terreno y abarca una superficie aproximada de 40,000 metros cuadrados. Está flanqueado por tres torres y cuenta con cuatro puertas. El castillo presenta planta rectangular, con tres torreones, patio de armas, patio central del edificio residencial, y una única puerta de acceso fechada en el siglo XI.
En la actualidad, el municipio cuenta con 10,554 habitantes, de los cuales 4,603 viven en el extrarradio de la población, agrupándose en núcleos rurales. Es, además, por sus muchos atractivos, uno de los más importantes focos turísticos de la región. Esto hace que el conjunto siga expandiéndose, colmatando progresivamente las elevaciones en las que se asienta.
Tanto las viviendas unifamiliares como las colectivas se organizan en torno a un patio central al que se accede desde la calle por un zaguán. En el caso de las viviendas colectivas, el acceso a cada una de ellas se realiza a través del propio patio.
Las edificaciones se construyen fundamentalmente con muros de carga, generalmente de mampostería, y con una altura máxima de dos plantas de presencia a la calle, aunque las diferencias de cota hacen que esta altura sea muy variable en el interior de las edificaciones.
Aunque existen también cubiertas de teja cerámica, las cubiertas son, de forma mayoritaria, planas, y en gran medida transitables, construidas sobre una formación de pendiente de barro aligerado y terminadas con ladrillo.
El grueso de las edificaciones presenta unas composiciones similares en sus fachadas, caracterizadas por huecos de proporción sensiblemente vertical y por la predominancia del macizo sobre el hueco. Los muros son siempre encalados. Las carpinterías son de madera, pintadas principalmente en color almagre, y las cerrajerías y rejerías de forja pintada en negro. Los cierros cubiertos con monteras aparecen puntualmente en la planta baja de algunas viviendas, siendo más frecuente la aparición de balcones volados en planta alta.
Vejer de la Frontera, fue escogido por buscar dar una solución satisfactoria a uno de los mayores problemas que enfrentan nuestros núcleos urbanos tradicionales: cómo crecer sin perder la esencia de su carácter, en este caso, para dar una solución arquitectónica y paisajística a la totalidad del borde occidental del conjunto urbano. Se valoró que, a diferencia del resto de casos seleccionados, no se trata de reparar o mejorar el tejido existente, sino de desarrollar una nueva extensión del mismo dotada de las cualidades arquitectónicas que han convertido a Vejer en un polo de atracción del turismo internacional. Ese éxito turístico fue también tenido en cuenta por el jurado, al ser precisamente la mala gestión de la presión turística una de las principales amenazas a las que comúnmente se enfrenta la conservación de nuestro patrimonio paisajístico y urbano.