Jaca, Huesca

Jaca fue elegida por proponer la creación de un espacio público singular en el corazón de su casco histórico que podía contribuir a su revitalización. El diseño arquitectónico y urbano tradicional podía así erigirse hoy en una herramienta de cambio que, sin embargo, no renuncie a los valores que han conformado el conjunto en el que se insertaría.

En este caso, se tuvo también en cuenta la importancia histórica y simbólica del municipio, ligado tanto a los orígenes del Reino de Aragón como al Camino de Santiago, así como su capacidad para demostrar que una nueva arquitectura tradicional puede ser igualmente valiosa para intervenir en entornos de carácter más urbano.

El lugar

Jaca es la capital de la comarca pirenaica de la Jacetania, situada en el noroeste de la provincia de Huesca, dentro de la comunidad autónoma de Aragón. La ciudad queda enclavada en la terraza fluvial existente entre la margen izquierda del río Aragón y la derecha de su tributario, el río Gas.

Jaca es una pequeña ciudad que contaba en 2015 con 13,088 habitantes. Sin embargo, posee una gran actividad y servicios propios de ciudades de mayor tamaño. Esto se debe al gran número de visitantes y residentes estacionales que acoge. La población temporal de la ciudad se multiplica en varios periodos a lo largo de todo el año. Su relevancia histórica y su proyección turística le confieren un papel estructural en el contexto del espacio pirenaico, un territorio muy especial por muy diversos motivos: su carácter de frontera, su paisaje y orografía, su valor ambiental, su clima, etc.

El municipio de Jaca es un vasto espacio rural donde la histórica ciudad ejerce como capital administrativa de un conjunto diseminado de 32 pueblos.

Jaca fue la primitiva capital de los “iacetani”. En época romana mantuvo un papel relevante en el control de las rutas que atravesaban los Pirineos. Adquiere categoría de ciudad con la formación del Reino de Aragón, del que fue la primera capital, a la vez que se inicia la construcción de la sede catedralicia. Su situación fronteriza con Francia y el Camino de Santiago le confieren durante la Edad Media una importancia estratégica tanto militar como de mercado.

Hasta los comienzos del siglo XX, y debido a su carácter de plaza fuerte militar, la ciudad se va renovando dentro de su recinto amurallado sin poderse expandir al exterior. Tal vez por ese motivo no se acometió en los siglos XVIII y XIX la construcción de una plaza mayor en su casco, a diferencia de numerosas ciudades castellanas o de las tres capitales vascas.

En los últimos años, con la recesión económica, la actividad se ha vuelto a centrar en la rehabilitación del Casco Histórico, para lo que se cuenta con un Plan Especial de Mejora y Conservación. Su núcleo histórico es aún hoy, sin lugar a dudas, el centro vivo de la ciudad.

Jaca se caracteriza por tener un núcleo urbano muy compacto de grandes manzanas grandes y edificios de tres a cinco alturas en su mayoría.

Las construcciones se levantan con muros de carga de piedra y entramados de madera interiores. La piedra se deja vista únicamente en ocasiones en las partes inferiores del edificio más cercanas al suelo, así como en esquinas y en las embocaduras de los vanos y los accesos. La tipología de soportal de la zona siempre se resuelve con piedra por medio de arcos muy tendidos. Los muros aparecen siempre revocados con morteros de cal y arena del lugar, que les confieren los colores naturales del sitio.

En las fachadas predomina el macizo frente al vano y se caracterizan por huecos de tamaño controlado, generalmente con proporciones rectangulares verticales y recercados siempre con dinteles y jambas de piedra o mortero.Abundan los balcones y rejas de forja. Las cubiertas son inclinadas y siempre con teja cerámica.

En cuanto a los aleros, lo habitual es que vuelen poco sobre la línea de la fachada y normalmente son de tablas de madera apoyadas sobre canes lisos del mismo material, aunque existen también modelos más elaborados.

La propuesta

Diseñando una nueva Plaza Mayor para Jaca

Jaca fue elegida por proponer la creación de un espacio público singular en el corazón de su casco histórico que podía contribuir a su revitalización. El diseño arquitectónico y urbano tradicional podía así erigirse hoy en una herramienta de cambio que, sin embargo, no renuncie a los valores que han conformado el conjunto en el que se insertaría.

En este caso, se tuvo también en cuenta la importancia histórica y simbólica del municipio, ligado tanto a los orígenes del Reino de Aragón como al Camino de Santiago, así como su capacidad para demostrar que una nueva arquitectura tradicional puede ser igualmente valiosa para intervenir en entornos de carácter más urbano.