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Jordi Domènech Brunet es un maestro albañil de El Masnou (Barcelona), donde empezó a trabajar junto a su padre desde muy joven en distintos trabajos de albañilería. Siempre ha buscado estudiar, conocer, dominar y promover la tradición de su oficio y su gran pasión ha sido la construcción de bóvedas. Esto le ha convertido en uno de los mayores especialistas del mundo en la realización de bóvedas tabicadas o catalanas.
La bóveda tabicada es una técnica de construcción económica y eficaz que ha tenido especial desarrollo e implantación en Cataluña y, en general, en el Levante peninsular. Con ella se han cubierto espacios de múltiples geometrías y con muy diversos sistemas y dimensiones. Ha sido también especialmente utilizada para la realización de escaleras de bóveda, para lo que siguen siendo una opción perfectamente competitiva, además de bella y duradera. La bóveda tabicada se conoce de este modo por su delgadez y ligereza y para su construcción precisa, además de mano de obra especializada, elementos muy sencillos: ladrillo plano y mortero de yeso.
Este tipo de bóvedas tuvieron su momento de esplendor en la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del XX. Los arquitectos y artesanos del Modernismo catalán destacaron especialmente en la exploración de sus muchas posibilidades, ya que este sistema permitía no sólo cubrir grandes luces, sino también materializar las formas orgánicas tan características de aquel período. Fue por ello uno de los sistemas constructivos preferidos por muchos arquitectos de este movimiento, como Antoni Gaudí, Josep Puig i Cadafalch, Lluís Domènech i Montaner o Cèsar Martinell. Otro personaje clave en la difusión de esta técnica fue el valenciano Rafael Guastavino, quien la popularizó en los EEUU y cubrió con ellas algunos de los más conocidos edificios norteamericanos.
Tras este período la tradición se mantuvo viva, pero su popularidad fue decayendo hasta llegar a una situación crítica en las últimas décadas del siglo pasado, con el predominio del acero y el hormigón armado. Esto llevó a que el oficio quedara sólo mantenido por apenas un puñado de maestros, lo que a su vez generó que fuera más difícil encontrar buenos profesionales capaces de trabajar con estas técnicas y de formar a nuevos aprendices. Hoy en día, sin embargo, estamos ante un repunte en el número de arquitectos y albañiles que se interesan por la bóveda tabicada. Se valoran de ella no sólo su economía y sus cualidades estéticas, sino también sus mayores durabilidad y sostenibilidad frente a otro tipo de estructuras.
Jordi Domènech es uno de los maestros que más ha hecho por practicar y difundir esta técnica, gracias tanto a su actividad como maestro de obra como a su labor como docente y formador de albañiles, constructores y arquitectos. Ha impartido numerosos talleres y cursos con distintas instituciones y ha formado a varios aprendices, entre los que cabe destacar a Tatsuhei Taniguchi, que llegó de Japón atraído por la obra de Gaudí y que ha permanecido más de 20 años trabajando junto a Jordi hasta convertirse él mismo en un maestro en este tipo de estructuras.
Miquel Ramis Bordoy es la tercera generación de su familia dedicada a la reparación y la restauración de los molinos que existen en la isla de Mallorca, lo que requiere trabajar tanto el hierro como la madera. Está al frente de la empresa Es Moliner, creada en 1952 por su abuelo, quien comenzó con esta tarea colaborando con un herrero cuyo taller se encontraba cerca del suyo. En la actualidad Miguel recupera molinos desde su estructura hasta su maquinaria, aplicando distintas técnicas de carpintería y de trabajo del metal según el tipo de molino en el que interviene y en función de los materiales y los sistemas propios de él. Desde 2018 cuenta con la carta de maestro artesano, con la categoría “Maestro de Molinos”, otorgada por el Consell Insular de Mallorca.
Miquel se interesó por el oficio desde muy pequeño, cuando solía jugar en el taller en el que trabajaban su padre y su abuelo. Con 16 años empezó a aprovechar los veranos para trabajar junto a su padre. Además, se formó en un curso profesional de restauración de molinos que organizó el Consell de Mallorca a través de lo que entonces se llamaba FODESMA, ya que se estaba perdiendo el oficio. Se montó entonces un taller dentro del propio Consell para realizar estos trabajos y Miquel Ramis se integró en él por un tiempo, aunque pronto regresó al taller familiar. Es allí donde considera que realmente aprendió el oficio, gracias a la larga experiencia que pudieron transmitirle su padre y su abuelo. En 1996 pasó a encargarse de la empresa familiar.
En la isla de Mallorca los molinos son fundamentalmente de viento, al no existir apenas cursos de agua para mover molinos hidráulicos, salvo en algunos torrentes de la sierra. Estos molinos de viento se utilizaban principalmente para extraer agua del terreno, aunque también existieron y se conservan molinos harineros. Los harineros son, sin embargo, los más antiguos de la isla, y de hecho los primeros molinos de extracción de agua eran aún semejantes a los harineros. En los molinos más recientes algunos de los elementos que solían realizarse en madera fueron siendo sustituidos por piezas metálicas. Se introdujeron también más adelante los molinos capaces de orientarse a sí mismos en función del viento, gracias a la cola que hace de timón.
Entre las obras más destacadas de Miquel se encuentran molinos de viento de extracción de agua, como el de la finca S’Avall o el del Centro de Control del Aeropuerto de Palma, y molinos harineros como el del hotel de la “Possessió Sa Torre”, el de “d’en Blanc”, en Llubí, o el de la “Possessió de Xorrigo”.
Miquel ha trabajado además activamente en la difusión del rico patrimonio molinero de la isla, ha recibido la distinción “Molino de Oro” que otorga la Asociación de los Amigos de los Molinos de Mallorca (2016) y ha participado como ponente y formador en el I Curso de experto en molinología organizado por la misma asociación y en el XI Congreso Internacional de Molinología (2018), organizado por el Consell de Mallorca y la Asociación para la Conservación y Estudio de los Molinos.
Cristina Thió es restauradora y licenciada en Bellas Artes. Tuvo como profesores a Truca Heredero, quien le transmitió su pasión por la pintura mural, el estuco, los frescos y los esgrafiados, y a Antoni Pedrola, de quien pudo aprender los diversos procedimientos pictóricos. Comenzó a trabajar con estas técnicas a los 24 años y ha ido formándose en ellas con diversos maestros de cada oficio. Más adelante creó su propia empresa, Chroma, desde la que trabaja tanto para conservar como para promover y divulgar las técnicas y materiales tradicionales que definen los paisajes urbanos de los lugares en los que trabaja.
Sus 30 años de experiencia en el oficio le han permitido trabajar con revestimientos de muy diversas épocas y características, en edificios barrocos, clásicos, modernistas, novecentistas o art dèco: policromías, pinturas al fresco, al mezzo-fresco o al seco, temples de huevo o de cola de conejo, esgrafiados de distintos tipos, estucos y estucos al fuego o moldes y acabados de toda índole en yeso, cerámica o escayola. Trabaja sobre todo con pinturas minerales, sobre todo al silicato; morteros de cal, tanto de cal hidráulica, que utiliza para construir, como de cal aérea, que usa para revestir los edificios; acuarelas para restaurar fachadas; y jabelgas.
Barcelona es una ciudad en la que abundan los esgrafiados y los estucos, de los que existen una tradición y un patrimonio singularmente ricos. En las diferentes etapas de la historia de la ciudad se han realizado estos revestimientos con materiales semejantes, pero con características, composiciones y proporciones diversas. Cristina siempre ha buscado aprender e investigar a través de nuevos retos, y esto le ha llevado a convertirse en una gran conocedora y transmisora de estas técnicas y procesos tradicionales en sus múltiples variantes.
Además, realiza un importante esfuerzo en favor del conocimiento, la divulgación y la conservación de los oficios ancestrales, forma regularmente a alumnos en prácticas nacionales e internacionales e imparte numerosos talleres y cursos para diversas escuelas y asociaciones, como el Grup de Recuperació i Estudi de la Tradició Arquitectònica (Greta), la Escola Origens o los posgrados de la Escola Sert de Barcelona.
Santiago Martínez Otero, más conocido como Chago, es un maestro forjador especializado en la forja de construcción y en su restauración. El oficio no le viene de familia, pero se interesó por él siendo aún un niño, fascinado por el taller de un herrero que se encontraba en su camino a la escuela. Comenzó su formación en la escuela de artes y oficios “Mestre Mateo” de Santiago de Compostela, promovida por el arquitecto y entonces alcalde de la ciudad Xerardo Estévez y donde tuvo como profesor al herrero Antonio Campos. Pronto dejó la escuela para trabajar en distintos talleres en los que fue familiarizándose con múltiples ramas del trabajo del metal, si bien siempre sin perder de vista su interés principal: la forja. Montó su propia empresa en los años 90 del siglo pasado y fue interesándose cada vez más por la tradición del oficio y la restauración de forja antigua. Su inquietud por redescubrir parte del conocimiento prácticamente ya perdido en el campo de la forja le llevó a estar siempre experimentando y a embarcarse en viajes por Galicia y Asturias para visitar a viejos herreros de lugares como Taramundi o Santa Eulalia de Oscos y poder así aprender de la forma de trabajar de cada uno de ellos. Fue así profundizando progresivamente en técnicas como la soldaduras a calda, los cortes por cincelado y el repujado, entre otras muchas.
Sus investigaciones le llevaron a fijarse especialmente en la importancia de las uniones entre las distintas piezas de forja para que los elementos puedan absorber las enormes dilataciones y compresiones que el hierro sufre con los cambios de temperatura, así como el carácter crítico de los puntos de contacto entre las fábricas y los elementos de forja, fundamentales para garantizar su durabilidad. Descubrió así que las soluciones mejor conservadas y que menos dañaban las fábricas eran aquellas que contaban con plomo en los encuentros con el metal, lo que evita la transmisión de tensiones hacia ellas y protege además el metal, al evitar la presencia de oxígeno. Esto le llevó a experimentar con diversas técnicas de emplomadura, tanto por vertido como atacado en frío, y a estudiar y optimizar los procesos de purificación del plomo, los tipos de herramientas, el formato de las garras, etc.
Santiago se ha convertido también en un experto en hierros antiguos. El hierro que se produce hoy en día es laminado, por lo que no tiene el mismo comportamiento que aquellos que se obtuvieron por reducción. Quedan pocos profesionales que, como Santiago, identifiquen, puedan datar y conozcan las características del hierro de cada época, y son numerosos los casos en los que por desconocimiento se aplican soluciones que, pese a poder ser aptas para el hierro laminado,pueden dañar las piezas históricas. Además, ha recuperado algunas técnicas de acabado y protección del metal de gran durabilidad, especialmente para hierros antiguos, como el empavonado de la forja con productos tradicionales como ceras naturales, aceites, grafito, etc.
A lo largo de su carrera ha trabajado en los elementos de forja de monumentos como la Catedral de Santiago, la Catedral de Tuy, antiguos palacios como el de Gelmírez o el de Rajoy o el Castillo de San Felipe, entre otros, lo que le ha permitido enfrentarse a numerosos retos, y seguir profundizando en las soluciones que desarrollaron los antiguos maestros herreros para enfrentarse a multitud de retos constructivos.
Desarrolla además una importante labor de difusión de las técnicas del oficio a través de los diversos cursos que imparte, los aprendices a los que regularmente forma y los numerosos encuentros y eventos de forja en los que participa.
Se publicó con motivo de la ceremonia de Entrega de los Premios Richard H. Driehaus de las Artes de la Construcción 2021.
Esta iniciativa ha sido convocada por INTBAU (International Network for Traditional Building, Architecture and Urbanism) con la colaboración del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, el Ministerio de Cultura y Deporte, el Premio Rafael Manzano de Nueva Arquitectura Tradicional y el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España.
La Ceremonia de Entrega de los Premios de las Artes de la Construcción 2021 se celebró el 3 de junio de 2021 en el salón de actos de CentroCentro en el Ayuntamiento de Madrid.
El acto estuvo presidido por el Director General de Patrimonio Cultural del Ayuntamiento de Madrid, Luis Lafuente Batanero, por la Subdirectora General de Arquitectura y Edificación del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Marta Callejón, por la Subdirectora General del Instituto de Patrimonio Cultural de España del Ministerio de Cultura y Deporte, Ana Cabrera Lafuente, por Harriet Wennberg, Directora Ejecutiva de INTBAU y por Laureano Matas, Secretario General del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España. Alejandro García Hermida, Director de las iniciativas que promueve Richard H. Driehaus en España y Portugal actuó como maestro de ceremonia.
El 3 de junio de 2021 en CentroCentro en el Ayuntamiento de Madrid se inauguró la exposición Arquitectura Atemporal que presenta una selección de los materiales, las técnicas y los oficios de la construcción y de las prácticas arquitectónicas y urbanísticas que están permitiendo mantener vivas las tradiciones constructivas.
La muestra elegida tiene como eje conductor el trabajo realizado en los últimos años por INTBAU gracias al generoso apoyo del filántropo norteamericano Richard H. Driehaus (1942-2021), quien, con la colaboración de muchas instituciones nacionales e internacionales, ha auspiciado en España y Portugal una serie de iniciativas dirigidas a fomentar la arquitectura y el urbanismo tradicionales, los oficios de la construcción y la conservación del patrimonio cultural.
Está abierta al público desde el 4 de junio hasta el 3 de octubre de 2021.