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Premio Rafael Manzano
2025
La obra de Francisco Ortega es ejemplar en el uso del lenguaje y los sistemas constructivos propios de los edificios en los que interviene para dar forma a nuevos espacios concebidos para su uso contemporáneo. De esta forma, los edificios sobre los que actúa son bellamente actualizados con nuevos diseños que armonizan con las preexistencias, de manera que no sólo conservan su autenticidad, sino que también son potenciados sus valores arquitectónicos.
Sus más destacados trabajos de este tipo se concentran en el occidente asturiano, donde ha intervenido en numerosos edificios representativos de la arquitectura civil de los siglos XIV al XX. En cada una de estas obras ha restablecido la unidad constructiva y formal de las estructuras originales, adaptándolas a las necesidades contemporáneas sin dejar de realzar su carácter y la relación que mantienen con el territorio en el que se integran. En su arquitectura se aprecia el dominio de las formas, los materiales y los sistemas constructivos propios de cada lugar, así como una capacidad singular para incorporar soluciones actuales con naturalidad desde el lenguaje del propio edificio.
Formado en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid y en la Bartlett School of Architecture de Londres, Francisco Ortega ejerce la profesión desde 2003 y dirige el estudio Enero Arquitectura desde 2006. A lo largo de su carrera se ha especializado tanto en la intervención sobre el patrimonio arquitectónico como en proyectos del ámbito hospitalario. Entre sus actuaciones más destacadas figuran el Palacio de los Pardo Donlebún en Figueras, el Palacio de las Torres de Donlebún en Barres, el Palacio del Marqués de Santa Cruz en Castropol, la Casa de los Perecitos y la Torre de los Moreno en Ribadeo y la Villa Excélsior en Luarca y rehabilitaciones en los Paradores de Ciudad Rodrigo y Gredos.
La nueva arquitectura tradicional de Francisco Ortega se distingue por la manera ejemplar en que adopta la lógica constructiva y la coherencia formal de la preexistencia para aplicarlas a diseños y conceptos espaciales actuales. Sus intervenciones dan continuidad con gran sensibilidad al orden y la unidad compositiva de conjuntos generalmente integrados por otras muchas actuaciones previas realizadas con el paso del tiempo, y adaptan sus espacios a nuevos usos sin alterar su carácter propio. Su énfasis en las técnicas y las formas tradicionales y en los materiales del lugar le permite articular con rigor la relación entre lo existente y lo añadido.
Para lograr este objetivo, estos proyectos se apoyan en los maestros de los oficios tradicionales, y contribuyen con ello a mantener vivo un conocimiento esencial para el mantenimiento del patrimonio construido. En cada proyecto, Francisco Ortega reúne a un amplio equipo de canteros, carpinteros, herreros y estuquistas, entre otros profesionales, a quienes concede un papel activo en la definición y la ejecución de las soluciones constructivas adoptadas. Esta relación ayuda a conservar y a dar continuidad a las técnicas que han dado forma durante generaciones a la arquitectura propia de cada región. Con ella, los oficios tradicionales recuperan su presencia en el proceso constructivo, lo que resulta en una arquitectura que mantiene la coherencia con los principios constructivos y formales que han dado forma al paisaje local.
Francisco Ortega concibe la rehabilitación y la arquitectura de nueva planta como dimensiones complementarias de una misma disciplina. En sus intervenciones, las ampliaciones, las transformaciones y los añadidos se diseñan tomando como base la lógica formal, los materiales y las técnicas constructivas de los elementos presentes, de modo que lo incorporado, lejos de servirse de lo preexistente para destacar por contraste sobre ello, se convierte en su prolongación natural. Esta manera de proceder refuerza la unidad arquitectónica de sus intervenciones, así como la integración de sus obras en su entorno.
Su obra es una muestra de que la arquitectura basada en las formas, los materiales, las técnicas y la lógica constructiva de cada lugar puede seguir siendo plenamente contemporánea y responder a su vez con eficacia a las exigencias de la vida actual. También confirma que los principios que dieron forma a esa arquitectura siguen ofreciendo un marco válido para proyectar en el presente. De esta manera, el trabajo de Francisco Ortega reafirma la vigencia de una arquitectura basada en el conocimiento de la tradición local y en la colaboración estrecha entre arquitectos y maestros de los distintos oficios de la construcción.