Ganadores del Premio Rafael Manzano y de la Medalla Richard H. Driehaus a la Conservación del Patrimonio 2024

El XII Premio Rafael Manzano de Nueva Arquitectura Tradicional ha sido otorgado por la Fundación Culturas Constructivas Tradicionales a Juan Luis Camacho Molina, arquitecto español con una extensa trayectoria en la rehabilitación del patrimonio y en el diseño de obras de nueva planta arraigadas en la tradición arquitectónica y armoniosamente integradas en el paisaje urbano y natural en el que se emplazan.

Carmen Añón Feliú ha sido galardonada con la Medalla Richard H. Driehaus a la Conservación del Patrimonio 2024, otorgada por la Fundación Culturas Constructivas Tradicionales, en reconocimiento a su destacada trayectoria en la protección, la difusión y la conservación de los jardines históricos y los paisajes culturales a lo largo de más de seis décadas. Además, su labor en la restauración de algunos de los jardines más emblemáticos de España y su participación en diversas iniciativas internacionales dirigidas al reconocimiento y la protección de este tipo de patrimonio la han consolidado como una referencia indiscutible en su disciplina. 

– Juan Luis Camacho Molina, Premio Rafael Manzano 2024 –

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A lo largo de su extensa carrera, desarrollada fundamentalmente en la Comarca de Las Vegas, en la Comunidad de Madrid, su obra ha demostrado un profundo respeto por los materiales, los oficios, la memoria y la cultura de cada lugar, así como una especial atención a la creación de espacios públicos capaces de mejorar la calidad de vida de sus usuarios. Su trabajo ha sido clave para conservar y dar continuidad a la identidad cultural y arquitectónica de la Comarca de las Vegas, en especial la de localidades como Colmenar de Oreja y Chinchón, donde se encuentran sus raíces familiares. Muchos de los lugares en los que ha intervenido se han convertido en puntos de encuentro donde el tejido social y cultural de la comunidad se ha visto fortalecido.

El conjunto urbano de Chinchón que hoy disfrutamos es en buena medida resultado de su labor callada y continuada, con incontables rehabilitaciones y ampliaciones de sus edificios históricos y con nuevas construcciones que parecen haber estado siempre allí. Entre sus muchos proyectos en Chinchón pueden destacarse la rehabilitación de edificios emblemáticos como la Casa Dusmet, restaurada para albergar la sede de la Fundación Arauco, y el patio y los exteriores del Hotel La Condesa, inspirados en las casas solariegas de este municipio. En cuanto a sus conjuntos residenciales y viviendas de nueva planta, donde siempre ha buscado renovar y actualizar la tradición local con nuevos diseños que la toman como referencia, el que mejor muestra su valiosa aportación, tanto por su escala y su impacto sobre el paisaje urbano del municipio como por su respeto por la memoria del lugar, es el de «La Chimenea», un conjunto de edificios que conforma uno de los mejores espacios públicos creados en la región en las últimas décadas: una plaza que funciona como ágora y una calle peatonal interior que toman como punto de partida las ruinas de un antiguo complejo industrial. En este proyecto se da continuidad a los valores de la arquitectura tradicional de la región mediante una solución mixta de vivienda y comercio, siempre dando prioridad a la creación de espacios comunitarios de calidad.

Además, ha intervenido en importantes espacios públicos de gran valor patrimonial, como la Plaza Mayor de Colmenar de Oreja, donde su trabajo ha contribuido a revitalizar el entorno histórico de esta localidad. Entre sus numerosas obras en este municipio se encuentran nuevamente distintos proyectos residenciales, tanto en el centro urbano como conformando nuevos barrios. En este último aspecto destaca por su carácter modélico el conjunto de viviendas públicas que proyectó por encargo del Ayuntamiento de la localidad: organizado en torno a una atractiva plaza central que toma una vez más como referencia los mejores espacios públicos de la región y diseñado con un cuidado, una variedad y unos detalles que lo alejan de la imagen repetitiva y anónima que suele acompañar a este tipo de proyectos hoy en día.

Sin dejar de hacer uso de cuantas innovaciones técnicas permitan mejorar las prestaciones actuales de los edificios, ha sido siempre un firme defensor de que la verdadera modernidad es la que parte de la tradición propia de cada lugar, sin romper con su legado, y que materiales y técnicas constructivas como el yeso, la madera, la piedra o las cubiertas de teja árabe son fundamentales para construir un futuro mejor. Al optar por estas soluciones, no solo pretende conservar y dar continuidad a los valores estéticos y culturales del lugar, y fortalecer el vínculo entre la arquitectura y el paisaje mediante la integración respetuosa y coherente de las construcciones en su entorno, sino también promover modelos constructivos más duraderos y sostenibles. De esta manera, si bien sus diseños no pretenden llamar la atención, sino trabajar desde lo existente, llenar los vacíos urbanos y dotar a las calles y a las plazas de atractivo y coherencia visual, estos deben ser conocidos y reconocidos como ejemplo de verdadero compromiso tanto con la comunidad como con el medioambiente.

El impacto de Juan Luis Camacho en las comunidades donde ha trabajado va más allá de su labor arquitectónica. Juan Luis es también un ferviente promotor cultural y un defensor comprometido del patrimonio local. Entre 2014 y 2022 ejerció como presidente de la Asociación de Turismo de Chinchón, desde donde organizó eventos culturales que itineraban por edificios de interés y que tenían por fin destacar la importancia y la riqueza de la arquitectura tradicional y el patrimonio de la región. Su proyecto más reciente, Arquitectura y Tradición (AyT), es un reflejo claro de su compromiso con la difusión y la conservación del patrimonio. Se trata de un innovador concepto inmobiliario dirigido no sólo a mantener habitados y bien conservados edificios reseñables, sino también a establecer un vínculo más estrecho entre los posibles propietarios y estas construcciones.

– Carmen Añón Feliu, Medalla Richard H. Driehaus a la Conservación del Patrimonio 2024 –

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Aunque nacida en Barcelona en 1931, Carmen Añón se trasladó a Madrid en 1941, donde se formó en la Escuela de Paisajismo y Jardinería del Castillo de Batres. Se especializó desde entonces en la conservación y la protección de los jardines históricos y los paisajes culturales y ha sido una figura fundamental en este campo tanto en España como a nivel internacional. Fue concejal del Ayuntamiento de Madrid entre 1979 y 1983, período en el que impulsó la realización del primer inventario de los jardines madrileños, ha sido miembro activo del Instituto de Estudios Madrileños (CSIC) y de 1980 a 1997 fue profesora de Historia del Jardín en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid, además de haber impartido clase como profesora invitada en otras muchas universidades nacionales e internacionales. Presidió el Comité Científico Internacional de Jardines Históricos del International Council for Monuments and Sites (ICOMOS) y tuvo un importante papel en la reunión internacional en la que se redactó el pionero “Documento de Nara sobre la autenticidad” de 1994, que permitió reorientar la forma en que se comprendía comúnmente la intervención sobre el patrimonio. También lideró el Comité Consultivo Internacional de Patrimonio Mundial, donde evaluó múltiples candidaturas de sitios de gran valor cultural a nivel global y tuvo un papel activo en la inclusión en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO de bienes de escala territorial o paisajística como el Camino de Santiago, el Palmeral de Elche, Las Médulas, Úbeda y Baeza o el Paisaje Cultural de Aranjuez. 

Además de esta importante labor en la gestión y protección del patrimonio, ha restaurado numerosos jardines históricos, en los que siempre ha aplicado una sensibilidad particular para lograr integrar y recuperar el valor cultural y la concepción espacial original de cada uno de estos lugares. Entre sus intervenciones más destacadas se encuentran algunos de los jardines españoles más emblemáticos, como los jardines de Aranjuez, el Parque del Retiro de Madrid, el Real Jardín Botánico, el parque de El Capricho en Alameda de Osuna, los jardines de La Granja de San Ildefonso, el Campo del Moro, los jardines de la Zarzuela, el claustro del Real Monasterio de Santa María de Guadalupe, o el Palacio de la Moncloa, entre muchos otros. Pero su labor se ha extendido también más allá de España, y ha trabajado en proyectos como la restauración del Jardín Ducal de Parma, en Italia, y la recuperación paisajística de Sintra, en Portugal. 

Ha defendido siempre que los jardines históricos deben ser conservados no tanto atendiendo a la materia que los conforma, siempre dinámica y cambiante, sino fundamentalmente a su configuración espacial, su armonía  y su belleza. Desde esta aproximación, un jardín es mucho más que un conjunto de elementos vegetales perecederos; es una manifestación de un conjunto de ideas que determinan su diseño y cómo evolucionan a lo largo del tiempo. De esta manera, su enfoque desafía la concepción tradicional de conservación del patrimonio, centrada habitualmente en la mera conservación de la llamada “autenticidad material”: en un jardín, las alteraciones son aceptables y en ocasiones necesarias, siempre que ayuden a mantener los valores esenciales que definen la identidad de cada uno de ellos. En este sentido, fue pionera en España al redactar Planes Directores para jardines históricos, como en el caso del Parque del Retiro de Madrid, que no sólo detallan la situación del conjunto y sus necesidades inmediatas, sino que también establecen cómo deben desarrollarse en el futuro el mantenimiento y la conservación del jardín.

En 2017 fue galardonada con el Premio Nacional de Restauración y Conservación de Bienes Culturales en reconocimiento a su contribución a la conservación del patrimonio paisajístico español, con el Premio Europa Nostra en 1995, con el Premio de Cultura de la Comunidad de Madrid en 2012 y con la Medalla de Madrid en 2024.

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