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Premio Rafael Manzano
2013
Luis Fernando Gómez-Stern nació en Sevilla en 1942. Es arquitecto y descendiente de una larga estirpe de profesionales de la arquitectura y la construcción. Titulado por la Escuela de Arquitectura de Sevilla, comenzó muy pronto a trabajar en el grupo Otaisa (Oficinas Técnicas de Arquitectura e Ingeniería S. A.), donde rápidamente llegaría a ocupar el cargo de Consejero Delegado y luego el de Presidente, hasta fechas muy recientes. Su trabajo como arquitecto se ha desarrollado siempre en el ámbito de la profesión libre, obteniendo importantes encargos de proyectos por concurso público. En el curso 1972-1973 fue profesor encargado de cátedra de la Escuela de Arquitectura de Sevilla, pero no continuó su carrera docente por considerarlo incompatible con su extensa actividad profesional. Su concepto de la arquitectura combina la modernidad y la preocupación por la tradición y la cultura arquitectónica de la ciudad histórica. En este sentido heredó y mantuvo la visión de su padre, el también arquitecto Luís Gómez Estern, destacado estudioso de la arquitectura tradicional de Sevilla.
Ignacio Medina y Fernández de Córdoba nació en 1947 también en Sevilla. Es el XX Duque de Segorbe y el Presidente de la Fundación Casa de Medinaceli, que dirige desde la por él restaurada Casa de Pilatos de Sevilla. Miembro de diversas instituciones internacionales de primer orden, Ignacio Medina dedica sus esfuerzos también a su trabajo como miembro del consejo The Fine Arts Museum of San Francisco, del Patronato de la Fundación Mapfre-Estudios, del Instituto de Estudios Iberoamericanos de Argentina, del consejo internacional de Venetian Heritage, de la Real Fundación de Toledo y es vicepresidente de la Asociación de Defensa del Patrimonio Save Europe y miembro del Advisory Board de la Hispanic Society de América, entre otros diversos cargos y ocupaciones. Es Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia y Académico de la Real Academia de Buenas Letras de Sevilla. Gestor de un vasto legado familiar, Ignacio Medina ha sido un firme defensor del patrimonio histórico, en especial cuando la piqueta arrasó gran parte de Sevilla durante los años 70 y 80. Ha proyectado y promovido numerosas restauraciones en diversas localidades españolas, a lo largo de las cuales ha ido formando a un excelente equipo de artesanos especializados en este tipo de intervenciones (canteros, carpinteros, albañiles, etc.).
Ignacio Medina ha recuperado arquitecturas de la importancia del Pazo de Oca (A Estrada, Pontevedra, 2002), el complejo monumental de San Salvador, que incluye iglesia renacentista de Vandelvira y el llamado Palacio de los Cobos, en Úbeda (Jaén, 2004) o el Hospital Tavera o de Afuera en Toledo (2000). En colaboración con el arquitecto Gómez-Stern, ha restaurado también edificios como las Casas del Rey de Baeza en Sevilla (1992), las Casas Consistoriales de la misma ciudad (1990-1992) o el conjunto conocido hoy como las Casas de la Judería de Córdoba (2005-2010).
Desde la década de 1950 y hasta principios de los 80 la arquitectura clásica o tradicional en Sevilla se consideraba oficialmente anacrónica o inadecuada, con la sola excepción de los monumentos declarados. La reconstrucción, aunque fuera parcial, no era admisible, tal como aún hoy ocurre con frecuencia. Si se construía de nueva planta, cuando la edificación había desaparecido o se completaba una zona derribada, el lenguaje historicista y las soluciones llamadas peyorativamente miméticas estaban proscritos. Las normas y los organismos oficiales de control favorecían la demolición no sólo de las casas populares, sino también de las edificaciones residenciales de mayor valor, provocando su sustitución por construcciones consideradas «modernas». El resultado fue la destrucción de gran parte de la ciudad tradicional y su significado.
En 1971 se constituyó la entidad ProSevilla por iniciativa de Ignacio Medina, involucrando a un grupo de notables empresarios e intelectuales de la ciudad con el propósito de recuperar sectores degradados considerados en su integridad urbana y detener la destrucción del centro histórico, pero no sólo de los monumentos y edificios singulares, sino también del caserío popular y de los espacios de relación y comunicación que configuran el tejido tradicional- pero su labor supuso, sobre todo, un importante esfuerzo para cambiar la sensibilidad imperante.
ProSevilla centró su actuación en los barrios de Santiago y San Bartolomé (donde están hoy Las Casas de la Judería) que se encontraban entre los más despoblados y que aglutinaban el mayor conjunto de arquitectura civil de la Sevilla histórica, incluyendo palacios, casas señoriales, conventos, corrales y casas populares. La intervención de ProSevilla consiguió salvar el corral del Conde (modelo esencial de la arquitectura popular sevillana después declarado Bien de Interés Cultural), el convento de Santa María de los Reyes, el palacio de Altamira (restaurado después por la Junta de Andalucía para la Consejería de Cultura) o la casa del marqués de Marchelina, entre otros muchos. A principios de la década de 1980, ProSevilla se disolvió por dificultades económicas, pues no contó con el apoyo de la administración ni recibió subvenciones.
El proyecto que les ha valido este Premio Rafael Manzano 2013, la restauración del conjunto conocido hoy como Casas de la Judería, fue desarrollado posteriormente, entre 1980 y 2012, pero cumple los objetivos de ProSevilla, constituyendo una actuación unitaria de recuperación urbanística de un barrio tradicional que enfoca la rehabilitación de las casas que en él se contienen. Supone la mayor intervención de carácter privado en el casco histórico de Sevilla, uno de los más extensos del mundo. Su magnitud es de proporciones poco habituales en España, pues abarca 4 casas señoriales de arquitectura clásica y 15 casas de arquitectura popular -que suman 36 patios- en el entorno de las iglesias de Santa María la Blanca, San Bartolomé y el palacio de Altamira, sede actual de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, y en un perímetro que afecta a 8 calles.
Acabado en el año 2012, se ha llevado a efecto a lo largo de tres décadas, casa a casa, conforme a la lógica de la formación del barrio, manteniendo el sentido de su evolución. Ha sido un trabajo artesanal realizado sin planificación inicial respecto a su extensión y uso. Eso le confiere una virtud no buscada a priori como es su flexibilidad para la adaptación a distintos contenidos, permitiendo segregaciones y ampliaciones, lo que convendrá a su permanencia y aptitud futura. El conjunto de 19 casas en la judería de Sevilla, está destinado en la actualidad al uso hotelero y residencial y es pues el resultado de la revitalización urbana de un sector histórico de gran valor artístico del centro de Sevilla.
Las 4 casas nobles datan de los siglos XV y XVI, aunque alcanzaron su configuración actualmente reconocible en el siglo XVIII. Las casas populares son en su mayoría del siglo XVIII y pertenecían a militares o comerciantes, o fueron corrales que eran alquilados a familias. Las zonas interiores de unas y otras se fueron colmatando, desapareciendo patios, jardines y espacios libres, así como callejones y adarves que se han puesto de manifiesto en la actual transformación. El proceso de formación del barrio concluiría en los primeros años del siglo XX comenzando a perder población desde entonces. A principios de la década de 1970 las condiciones arquitectónicas de las casas eran deficientes, en proceso acelerado de desintegración dentro de un entorno de calles peatonales estrechas -algunas sin salida- que apenas conservaban vida ciudadana.
En la restauración se han utilizado el lenguaje arquitectónico y las técnicas tradicionales con los medios auxiliares modernos así como materiales y terminaciones iguales a los originales que permanecían, usando para ello así mismo piezas de acarreo o materiales procedentes de derribos próximos.