Entre los cuatro Premios Richard H. Driehaus de las Artes de la Construcción de cada edición, el jurado selecciona a uno de ellos para formar en el oficio durante un año a un aprendiz.
La práctica de la arquitectura tradicional, si ésta es rigurosa, supone el principal aporte de trabajo posible para los artesanos que aún hoy mantienen vivos estos saberes, depositarios de la experiencia de un sinnúmero de generaciones sobre cómo habitar nuestro entorno de forma perdurable y cómo utilizar racionalmente los recursos que puede proporcionarnos.
Con el fin de contribuir a dar continuidad a la labor que desarrollan, entre los cuatro galardonados con los Premios Richard H. Driehaus de las Artes de la Construcción, el jurado selecciona y beca a maestros para la formación de aprendices que puedan así aprender el oficio trabajando directamente junto a ellos. Son seleccionados aquellos cuyo oficio se considera que más lo necesita o quienes resulten más apropiados para el éxito a largo plazo de esta iniciativa. Por su parte, dicho aprendiz recibirá una ayuda económica durante su etapa de formación, siempre que se alcancen los resultados acordados.
Originario de Australia, llegó a España en 1959, enamorándose en unos años de sus lugares y de sus gentes. Desde entonces no dejó de pintar, medir, analizar y dibujar sus paisajes, sus pueblos, sus arquitecturas y hasta sus más pequeños detalles, convirtiéndose en el mayor experto en la arquitectura y el urbanismo más propios de Andalucía.
Quiso siempre aprender de los mejores maestros: los artesanos, y terminó formando a algunos de los mejores que aún ejercen un buen número de oficios, gracias a la Escuela de Oficios que fundara en Lebrija.
A partir de los años 60 comenzó a diseñar y construir los más bellos conjuntos urbanos que se han edificado en las últimas décadas. De su natural talento y fuertes principios surgieron lugares tan afamados, atractivos y demandados como Pueblo López, en Fuengirola, el Nuevo Pueblo de Mijas, o los conjuntos de La Virginia y de Las Lomas del Marbella Club.
Cuando el turismo de masas y las construcciones seriadas, ajenas y anodinas que trajo consigo arrasaron los parajes que le atrajeron hacia aquellas costas, se refugió en los aún bien preservados pueblos de La Alpujarra granadina. Velando por su conservación y sin dejar nunca de añadir bellos edificios en armonía con la tradición de estos apartados valles, Gray ha continuado trabajando de forma incansable hasta el último día. Allí se han sucedido sin interrupción obras como Ayuntamiento de Pitres, el Hotel Prado Toro y múltiples residencias particulares por toda la región.
Su inagotable curiosidad y su compromiso férreo con seguir descubriendo y enseñando la esencia de nuestra tierra han quedado inmortalizados en su extensa obra construida, que servirá siempre de inspiración a las futuras generaciones de arquitectos.