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Medalla Richard H. Driehaus
2025
Nacido en el seno de una antigua familia del Minho, Francisco de Calheiros ha dedicado más de cuatro décadas a la protección y la recuperación del Paço de Calheiros, una casa señorial del siglo XVIII que domina el valle del Lima y que ha pertenecido a su familia durante generaciones. Bajo su dirección la propiedad recuperó su armonía original gracias a una restauración guiada por el respeto a los materiales y a las técnicas constructivas tradicionales del lugar. Su rehabilitación permitió conservar no sólo el edificio y sus jardines históricos, sino también las prácticas agrícolas, los oficios y la vida comunitaria que le daban sentido. Con ello estableció un modelo en el que el turismo, entendido como vehículo de transmisión cultural, contribuye a conservar el patrimonio y a fortalecer la economía y la vida social de su entorno.
Con el propósito de extender esta experiencia a otros propietarios y territorios, fundó la asociación TURIHAB y creó la red Solares de Portugal, que hoy agrupa más de ciento veinte casas repartidas por todo el país. Estas viviendas, clasificadas en tres categorías – Casas antigas, Quintas y herdades, y Casas rústicas –, comparten un mismo objetivo: mantener viva la arquitectura tradicional portuguesa y la hospitalidad que forma parte esencial de su cultura. Gracias a esta iniciativa las residencias históricas de la red quedaron integradas en un conjunto coherente de alojamiento y experiencias culturales, donde cada propietario asume el papel de anfitrión, narrador y custodio de la memoria de su casa y de su territorio.
Su labor se ha extendido también a la conservación del patrimonio público. Como presidente de la Asociación de Desarrollo Rural Integrado del Vale do Lima (ADRIL), ha impulsado durante más de treinta años la aplicación en Portugal del programa europeo LEADER, basado en una gestión participativa y descentralizada del desarrollo rural. Bajo su liderazgo, ADRIL ha financiado decenas de proyectos agrícolas, turísticos y culturales que han ayudado a mantener viva la economía local y han reforzado la cohesión social del valle. Su enfoque, fundado en la cooperación entre ayuntamientos, asociaciones, profesionales y empresarios, ha consolidado un modelo ejemplar de gobernanza territorial que vincula la conservación del patrimonio con el bienestar de las comunidades que lo habitan.
Francisco de Calheiros ha entendido que conservar el patrimonio no consiste sólo en conservar sus formas materiales, sino en asegurar la continuidad de los modos de vida y de las redes humanas que le dan sentido. En torno al Paço de Calheiros ha cultivado una relación estrecha con la aldea adyacente, labor que ha ayudado a que Calheiros mantenga hoy la misma población que hace cuatro décadas, a diferencia de otras aldeas portuguesas afectadas por el éxodo rural. Su labor ha favorecido además que numerosos jóvenes con formación en turismo o agricultura encuentren oportunidades profesionales en su propia región.
Su visión ha trascendido las fronteras nacionales. Desde Solares de Portugal ha fomentado la creación de redes de colaboración con proyectos afines en España, Irlanda, Francia, Italia, Alemania o Eslovenia, con el propósito de promover el patrimonio arquitectónico y cultural como parte de un legado europeo compartido. En este último país, con el que mantiene una relación especialmente estrecha, fue nombrado Cónsul Honorario.
Además, inspirado por modelos como el Festival Internacional de Jardines de Chaumont-sur-Loire, promovió también la creación del Festival Internacional de Jardines de Ponte de Lima, hoy una referencia nacional en el ámbito del paisaje y el arte.
A través de todas estas iniciativas Francisco de Calheiros ha mostrado que la conservación del patrimonio puede integrarse en las dinámicas contemporáneas de desarrollo y generar prosperidad mediante la continuidad de las tradiciones constructivas y culturales que le dan sentido. Su labor se apoya en una convicción firme: el futuro de las casas históricas y de los paisajes rurales depende de que sigan habitadas, cuidadas y comprendidas por quienes las habitan. Con un espíritu pragmático y una sensibilidad profundamente humanista, Francisco ha sabido conciliar la memoria con la voluntad de progreso, la tradición con el desarrollo sostenible y la identidad local con una vocación genuinamente internacional.